Daughter es uno de mis grupos. Siempre lo ha sido pero hace dos años, cuando era febrero, me deprimía oirles. Ahora cada vez que estoy de bajón me lo pongo y recuerdo cómo me sentía de vacía y fuera de sitio. Es increíble ver de lo que somos capaces, lo que asociamos y nunca olvidamos. Ahora he vuelto a trasladarme a esos días en los que lloraba sin parar en el tren de camino a Ciempozuelos y me impacta que durante el rato que dura el disco, sienta exactamente lo mismo.
Lo mismo pasa con los olores y sabores. Pero a mí sobre todo con la música. Qué maravilla sentir así pero cómo escuece a la vez.