A veces no da tiempo a saborear los momentos cuando suceden; y nos pasamos los días siguientes intentando atraparlos con fuerza, para jamás dejarlos escapar.
Y aquí me encuentro, depresión postvacacional, demasiado tiempo y poco que hacer.
Es en estos momentos en los que me doy cuenta de lo que me gusta hacer cosas y carecer de (demasiado) tiempo libre. Porque me paso estas horas muertas lloriqueando por las esquinas y odiando la libertad.
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