Me encanta cuando a veces les da por lanzarse a la piscina, mandar sus pensamientos rígidos al garete, y la forma de dejarse llevar de algunos. Sin embargo, da mucha pena, cuando se dan cuenta de que la realidad es otra, y se olvidan de lo que luego puede llegar a pasarles factura. Podría decirse que en ocasiones dejarse llevar suena demasiado bien, pero en la práctica, los momentos de gloria duran pocos momentos. Horas, días, incluso instantes.
No es tanto huir de lo que somos, sino intentar hacer de lo que somos algo más flexible, y poder empezar de cero.
lunes, 5 de octubre de 2015
lunes, 14 de septiembre de 2015
You, L.
Ayer mi vida giró en otra dirección y me enseñó lo que de verdad importa. Cómo es posible que alguien tan minúsculo signifique tanto y me llene por completo. Ayer fue el comienzo de algo maravilloso y lo mejor es que queda un largo camino junto a él. Gracias pequeñín, ser tu madrina es el mejor regalo que alguien podía hacerme.
lunes, 24 de agosto de 2015
Es la capacidad humana para pisar el corazón del otro de manera consciente, solo para la obtención de beneficios personales. Me hallo sumida en una investigación de dicha actuación egoísta, aunque años y meses atrás la sufriera yo misma. Me encuentro intentando comprenderla para así aconsejar mejor a los pacientes. Por lo que, es mejor que no intentéis practicarlo conmigo, pues soy el evaluador y no puedo ser subjetiva (me tomo mi trabajo muy en serio).
Dejemos los sentimientos al margen.
Dejemos los sentimientos al margen.
lunes, 3 de agosto de 2015
Y si alguna vez había olvidado mencionarlo, me mantuve muchos días en la oscuridad. Siempre guardando mi corazón para ocasiones especiales. Lo he conservado al vacío. Las únicas veces que lo he desenvasado, se ha desprendido parte del mismo, así que ahora es muy difícil devolverle la presión y humedad que necesita. Y lo peor, es que mi corazón no quiere confiar en nadie más.
jueves, 30 de julio de 2015
A veces no da tiempo a saborear los momentos cuando suceden; y nos pasamos los días siguientes intentando atraparlos con fuerza, para jamás dejarlos escapar.
Y aquí me encuentro, depresión postvacacional, demasiado tiempo y poco que hacer.
Es en estos momentos en los que me doy cuenta de lo que me gusta hacer cosas y carecer de (demasiado) tiempo libre. Porque me paso estas horas muertas lloriqueando por las esquinas y odiando la libertad.
Y aquí me encuentro, depresión postvacacional, demasiado tiempo y poco que hacer.
Es en estos momentos en los que me doy cuenta de lo que me gusta hacer cosas y carecer de (demasiado) tiempo libre. Porque me paso estas horas muertas lloriqueando por las esquinas y odiando la libertad.
lunes, 8 de junio de 2015
Frágiles
La desestabilidad a veces ayuda a volver a mantener la calma. Muchas veces necesito volver a recomponerme, a base de sufrimiento y dolor. Pero nunca de forma dramática, me gusta recomponerme disfrutando del proceso, sabiendo que puedo empezar de cero. Otra vez a pulirme, a aprender, a quejarme, a disfrutar. A VIVIR.
A veces te echo de menos... si, tú. Esa persona a día de hoy inexistente en mi vida, que ocupaste tanto tiempo en ella y poco a poco fuiste desprediéndote de mí. Me acuerdo que al principio, las tiras de piel dolían, nos habíamos abrasado de tanto quererte. Poco a poco, la piel cicatrizó, formando dos entes separados, conectados por un mundo interior muy oscuro, pero a su vez, muy igual. Nos quisimos con locura, sé que aún me quieres, aunque te cueste reconocerlo y tapes todos esos agujeros de luz.
Tú y yo fuimos una única persona. Pero como siempre, que todo el mundo gana o pierde algo, en este caso, primero perdí yo, y luego tú.
Tú que me utilizabas como tu escudo, como tu pañuelo de lágrimas. Yo, que te utilizaba para cuidarte, quererte y secarte la fragilidad.
Nos quisimos muchísimo.
Nunca con palabras, sólo un espejismo de ellas, soñando cada letra. Intenté anotarlas con cada beso, con cada caricia. Me acercaba a tí para olerte, intentaba escuchar tus latidos por si hubiera alguno que consiguiera darme respuestas. Después de pintar nuestro amor, todo se fue a la mierda. Intenté pedirte explicaciones, y cada vez estabas más lejos. Lejos de mi mundo, donde me tiré tanto tiempo en la oscuridad, esperando a que encendieras una vela y me arroparas.
todavía recuerdo el momento en que te conocí, cómo me besaste por primera vez... tu olor. Ay, tu olor... El mío te gustaba y nos acariciabamos el cuello para recordar las gotas de nuestra esencia. Tus manos...
Te estuve esperando tanto tiempo, que ahora imagino que todo me lo inventé. No podías ser tan perfecto como para ser real. Me hiciste polvo, nunca me dijiste nada, tuve que sobreentenderlo todo.
Y al final, la luz se apagó. Y de ahí la magia.
Y cerré la página pero me acuerdo de lo que hiciste sentir y cada vez lo veo más lejos y más irreal.
A veces te echo de menos... si, tú. Esa persona a día de hoy inexistente en mi vida, que ocupaste tanto tiempo en ella y poco a poco fuiste desprediéndote de mí. Me acuerdo que al principio, las tiras de piel dolían, nos habíamos abrasado de tanto quererte. Poco a poco, la piel cicatrizó, formando dos entes separados, conectados por un mundo interior muy oscuro, pero a su vez, muy igual. Nos quisimos con locura, sé que aún me quieres, aunque te cueste reconocerlo y tapes todos esos agujeros de luz.
Tú y yo fuimos una única persona. Pero como siempre, que todo el mundo gana o pierde algo, en este caso, primero perdí yo, y luego tú.
Tú que me utilizabas como tu escudo, como tu pañuelo de lágrimas. Yo, que te utilizaba para cuidarte, quererte y secarte la fragilidad.
Nos quisimos muchísimo.
Nunca con palabras, sólo un espejismo de ellas, soñando cada letra. Intenté anotarlas con cada beso, con cada caricia. Me acercaba a tí para olerte, intentaba escuchar tus latidos por si hubiera alguno que consiguiera darme respuestas. Después de pintar nuestro amor, todo se fue a la mierda. Intenté pedirte explicaciones, y cada vez estabas más lejos. Lejos de mi mundo, donde me tiré tanto tiempo en la oscuridad, esperando a que encendieras una vela y me arroparas.
todavía recuerdo el momento en que te conocí, cómo me besaste por primera vez... tu olor. Ay, tu olor... El mío te gustaba y nos acariciabamos el cuello para recordar las gotas de nuestra esencia. Tus manos...
Te estuve esperando tanto tiempo, que ahora imagino que todo me lo inventé. No podías ser tan perfecto como para ser real. Me hiciste polvo, nunca me dijiste nada, tuve que sobreentenderlo todo.
Y al final, la luz se apagó. Y de ahí la magia.
Y cerré la página pero me acuerdo de lo que hiciste sentir y cada vez lo veo más lejos y más irreal.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)